La necesidad de seguridad es una de las necesidades humanas más básicas (42) y los edificios existen para proporcionar a las personas un refugio seguro contra el entorno. No obstante, el ambiente se está recrudeciendo. El cambio climático está intensificando los fenómenos meteorológicos extremos, la urbanización exacerba las consecuencias de los incendios de los edificios, y la digitalización amplifica las amenazas de ciberseguridad. Mientras tanto, las nuevas tecnologías que se incorporan en los edificios presentan nuevos riesgos para la seguridad.
Los fenómenos meteorológicos extremos se están intensificando. Por ejemplo, en EE. UU., nueve de los diez años con mayores precipitaciones extremas en el periodo comprendido entre 1910 y 2024 se han producido todos desde 1995 (43). A nivel mundial, en 2023 se produjeron 170 catástrofes por inundaciones, duplicando la media de la década de 1990 (44). Además, la intensidad de los ciclones ha aumentado también considerablemente, con un incremento significativo en EE. UU. a lo largo de los últimos 30 años (45).
La urbanización intensifica el impacto de los incendios en los edificios. A medida que crece el número de personas que viven y trabajan en una zona, las consecuencias de estos incendios serán más devastadoras —una tendencia que ya se ha hecho evidente en EE. UU., donde los incendios de edificios no residenciales a lo largo de la última década se han incrementado en un 27%, con un incremento del 83% de muertes relacionadas con incendios (46).
La digitalización de los edificios también aumenta su vulnerabilidad frente a ciberataques. Kaspersky informa de que casi el 40% de los ordenadores utilizados para gestionar sistemas de automatización de edificios inteligentes se han enfrentado a ciberataques maliciosos (47). Un ejemplo notable de los potenciales daños procedentes de un dispositivo de IoT aparentemente insignificante es el caso de un casino pirateado a través de un termómetro inteligente en el acuario de su vestíbulo, que permitió el acceso a su base de datos de pesos pesados (48).
Por último, las nuevas tecnologías conllevan nuevos riesgos de seguridad. Por ejemplo, los nuevos refrigerantes con bajo potencial de calentamiento global utilizados en máquinas enfriadoras y bombas de calor pueden ser inflamables o tóxicos. Las baterías de iones de litio utilizadas para el almacenamiento de energía corren el riesgo de sufrir una "fuga térmica", un proceso que provoca el sobrecalentamiento de la batería, la liberación de gases tóxicos y una posible combustión. En 2023, el Reino Unido registró un incremento en los incendios vinculados a baterías de iones de litio del 46% (49).